HISTORIA DE UNA MADRE LUCHADORA


En tiempos cuando el dinero no era todo, y los hombres eran los encargados de trabajar para traer el pan de cada día, la expresión más fuerte de lucha de las mujeres se manifestaba cuando experimentaban el dolor más placentero de traer un bebé al mundo. Hoy los tiempos cambiaron, y la lucha de las madres después de dar a luz supera lo imaginable. En muchos casos, la crisis económica las empujó a trabajar de lo que sea, a construir ellas mismas su vivienda, a buscar en la herencia que les dejaron sus ancestros armas que les permitan brindarles lo indispensable a sus hijos. Y más allá de lo económico, están esas madres dispuestas a cruzar fronteras, a viajar hasta el fin del mundo para conseguir esa receta que alivie el dolor de su hijo.
En el día de la Madre, El Ancasti rescató historias de cinco mamás luchadoras: la pelea cotidiana de Elena, Ileana, Claudia, Rosalba, y Sandra.

– Elena tiene 42 años, 6 hijos y 2 nietos a cargo. Es el sustento de la familia porque su esposo no puede trabajar por una enfermedad.
Hace 8 años que es integrante de la Cooperativa los Caminantes, que revuelven en la basura de la Planta de Residuos de la Municipalidad para juntar material reciclable para llevar unos pesos a sus hogares. Es una de las tres mujeres que realizan ese trabajo insalubre, porque según sus dichos «no queda otra».
«Antes de llegar acá, tiraba con lo que conseguía en un comedor, pero después mis hijos se hicieron grandes, comenzaron a estudiar y ya no alcanzaba con eso. Salí a buscar trabajo de lo que sea, y conseguí un plan social, pero hubo veces que pasaban los meses y no lo cobraba entonces no quedó otra que salir a basurear. Vine acá porque se corrió la voz de que no te hacían problema, y después formamos la Cooperativa. Igualmente no es un trabajo que me guste, que disfrute: si pudiese conseguir otra cosa lo dejaría, pero me cansé de pechar en la Municipalidad para por lo menos conseguir trabajar como personal de limpieza, tener un salario para mis hijos, pero no me escucharon», cuenta Elena con resignación al considerar que a su edad «se complica más».
Elena va todos los días a la Planta. Días de lluvia, de calor, de frío, de viento, y cuando le corresponde el día libre para descansar no se lo toma para juntar «unas moneditas más». Hoy, desde las 7 hasta las 19, Elena pasará el día de la madre en la Planta. Será un día más. «Me toca venir a cuidar, sino tengo que pagar a un sereno $40 y no puedo permitirme eso en el caso de que contara con ese dinero», expresó.

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